Introducción
Catarina nació en 2019, justo en medio de aquel lío que fue la pandemia. Mientras su hermana mayor, Clara, ya había recorrido con nosotros todos los rincones —parque, feria, cumpleaños, mercado, bar, restaurante, ¡todo!— durante un buen tiempo, Catarina conoció el mundo de una manera muy diferente: a través de las ventanas de nuestro apartamento. En aquellos días, la regla en São Paulo era: quedarse en casa.
¿Con dos niñas en casa, qué hacer?
La televisión solo hablaba de cosas tristes. Ya habíamos montado todas las torres de bloques posibles, dibujado hasta en las paredes del cuarto y comido todas las palomitas de la despensa. Fue entonces cuando, casi sin querer, empezamos a inventar nuestros propios juegos.
No necesitábamos juguetes nuevos, ni aplicaciones con nombres en inglés. Bastaba una idea loca, una puerta, un azulejo en la ducha, o solo el sofá de la sala. Y, mira... muchas veces, lo más divertido ni siquiera era jugar, ¡era inventar el nombre del juego, crear las fases, idear las reglas y los desafíos!
Lo que comenzó como una forma de pasar el tiempo durante el aislamiento, acabó convirtiéndose en una tradición de nuestra familia. Y más que eso: se convirtió en un proyecto nuestro. Un proyecto de padre e hijas. Clara da ideas, Catarina prueba los límites de la imaginación, y yo aporto el entusiasmo (¡y la espalda, cuando es necesario!).
Hoy, cuando llueve, cuando alguien está resfriado o nos da pereza salir, consultamos nuestra listita y elegimos un juego para el día. A veces, entre un dibujo en la tele y una partida de cartas, encajamos un juego que solo existe aquí, en nuestra familia.
Mientras Clara y Catarina todavía encuentran todo esto divertido y aceptan jugar conmigo, aprovecho cada segundo. Y ahora, decidimos compartir con ustedes un pedacito de estas invenciones. ¿Quién sabe si estos juegos también cobran vida en su casa?
¡Diviértanse!
Felipe (papá)
